Vence con el bien – Ezequiel Fattore
Para que nos podamos llevar bien, primero tienes que hacer un profundo análisis de ti mismo. La redención no viene mediante la violencia, viene mediante el sacrificio. Cuando bajas la espada y decides no vengarte mantienes la esencia de quién eres.
Si alguien los trata mal, no le paguen con la misma moneda. Al contrario, busquen siempre hacer el bien a todos. Hagan todo lo posible por vivir en paz con todo el mundo. Queridos hermanos, no busquen la venganza, sino dejen que Dios se encargue de castigar a los malvados. Pues en la Biblia Dios dice: «A mí me toca vengarme. Yo le daré a cada cual su merecido.» Y también dice: «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Así harás que le arda la cara de vergüenza.» No se dejen vencer por el mal. Al contrario, triunfen sobre el mal haciendo el bien. Romanos 12: 17-21
Haz todo lo posible
En este punto, Pablo nos está hablando acerca de gente que nos hizo mal y no solo nos invita a no vengarnos, sino a intencionalmente hacer el bien por ellos. Se trata de hacer todo lo posible.
Mientras de ti dependa, busca estar bien con todos. Lo importante de poner la otra mejilla o andar un kilómetro más, es el poder de recuperar el control sobre tu propia vida. Evalúate, y si hiciste todo lo que podías hacer entonces ahora es tiempo de moverte de allí.
Hay un punto donde es conveniente sustraerte de ciertos espacios para recuperar tus límites. Hay personas que creen que cuando establecen ciertos límites están dañando a alguien, pero de hecho poner límites es una muestra de amor.
No pagues con la misma moneda
La venganza es tomar las acciones por mano propia, la justicia es dejar que Dios lo arregle. Dios va a buscar el arrepentimiento de la persona que te hizo mal, aunque te duela.
Jesús nos redimió con amor, no con violencia. A veces Dios quiere utilizarte como instrumento de redención para aquellos que te dañaron. La venganza que Dios propone es la que conlleva al arrepentimiento y al cambio.
El Evangelio duele a veces, porque tiene que ver con salvar uno más y a veces es precisamente la persona que te hizo mal. El amor de Dios no deja afuera a nadie. Recupera una amistad, rescata una relación familiar, establece puentes de amor.
No te dejes vencer por el mal
La venganza te transforma en la misma persona que te dañó. El mal gana, cuando tu pierdes tu esencia. “Perdonar no es quitarte el enojo, es renunciar al derecho de vengarte”.
El cerebro no distingue entre el acontecimiento y el recuerdo. Cuando no perdono, repito una y otra vez la situación en mi cabeza. Cuando perdono rompo la maldición de transformarme en aquello mismo que me hirió.
Perdón es liberar, no a la otra persona, es liberarte a ti para seguir siendo aquella persona que Dios creó. Eso es creer en la humanidad y en que se puede llegar a los últimos años de vida sin ser una persona cínica, sino alguien que aún cree en la fidelidad De Dios.
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