¿Dónde encontramos a Jesús? (La felicidad es ser pobre, llorón y manso) – Ezequiel Fattore

Cuando no tienes nada disfrutas absolutamente todo. Se trata de quedarte exactamente donde estás, llorar si te toca llorar y saber que no necesitas ya elevar la voz porque Dios te está escuchando.

Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. – Mateo 5: 1-12

Felices los pobres en espíritu

Ser pobre en espíritu es tener absolutamente nada. Felices los que no tienen nada y aun así pueden poseerlo todo. El que no tiene nada empieza a disfrutar absolutamente todo, ve todo como un regalo que Dios para su vida.

Feliz eres cuando miras a los demás y no te estás comparando, sino que estás abrazando quien eres en el 100% de lo que eres y fuiste llamado a ser. Felices los que no se creen más que nadie. Los que no comparan los éxitos de otros con los eternos fracasos suyos.

Quienes están muy fundamentados en la economia que tienen, en su carrera, en una relación, a veces creen que eso les da la libertad de no necesitar de Dios. Felices los que descubren que Dios es todo lo que necesitan. El día que entiendas que Dios es todo lo que tienes, te darás cuenta que Dios es todo lo que necesitas.

Los pobres en espíritu aprenden a ver a Dios en todos lados. Felices los que aprenden a depender de Dios y solo de Dios. Aquellos que no tienen nada, no les queda otra opción que confiar en Dios. El desafío para aquellos que tenemos algo, es aprende a soltar eso y abrazar a Dios. 

Felices los que lloran

El versículo más corto de la Biblia dice: “Jesús lloró”. Jesus se tomó el tiempo de llorar y conectar con la emoción del momento en que perdió a su amigo.  Felices los que admiten su debilidad (felices los que se permiten llorar). Estamos en un mundo roto y cuando vemos algo que esta lejos de ser el ideal, lloramos. El que llora, recibe consuelo.

Nadie necesita en este mundo que seas demasiado fuerte. En el momento en que admites tú debilidad, Dios puede hacerse fuerte en ti. Felices los que pasan por duelos. Los duelos son una invitación a cerrar un ciclo. 

Emigrar es un duelo. Terminar una relación, perder un trabajo también lo es. Felices los que abrazan el “no fue cómo quería que fuera”. El duelo nos conecta con el sentimiento original de Dios al crear el mundo y ver que éste no fue lo que Él quería que fuera. A Dios le duele tanto como a ti que tu vida no sea como Él soñó que fuera.

En nuestro corazón hay cosas que no hemos vivido pero aún así queremos que sean como el ideal. Todos queremos la paz mundial pero lo cierto es que no la hemos vivido nunca. Felices los que sueltan el ideal y lloran con Dios. Creemos que no llorar nos hace fuertes, pero toma mucha fortaleza admitir que somos débiles.

Felices los mansos

Estamos acostumbrados admirar a personas que reciben las cosas porque empujan, que siempre saben qué decir, que tienen la voz más fuerte que otros. Felices los que no necesitan elevar su voz para hacerse escuchar. En el reino de esta tierra se reciben las cosas empujando, en el Reino de Dios se reciben siendo mansos.

La respuesta a la violencia que este mundo vive nos gritar mas fuerte, sino amar más fuerte. Felices los que tienen su poder bajo control. Mansedumbre es que aun cuando tengas la autoridad para gritarle a alguien, despedir a una persona, vengarte de quién te dañó y aun así decide no hacerlo.

Todos tenemos botones (cosas que te hacen explotar) y personas que los activan. Felices los que tratan bien a los demás. Felices los que conocen sus botones y cuándo alguien dice algo que los activa, en vez de explotar deciden reaccionar como alguien que sabe amar a la persona en su espacio. 

Las bienaventuranzas eran la manera cómo los rabinos (maestros) explicaban los ideales que una persona debía seguir para acceder al Reino de Dios. Llora si te toca llorar, reconoce  cuando estás roto y entiende que no necesitas elevar tu voz porque Dios ya te está escuchando. Las bienaventuranzas que Jesús nos enseñó, son para entender que Dios te alcanza donde sea que estés.

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